Señor de la ternura y de la misericordia,
Hoy nos dirigimos a Ti con corazón humilde y agradecido, para confiarte a nuestros hermanos y hermanas difuntos, a los que hemos conocido y amado, y a aquellos cuyos nombres nos son desconocidos, pero que son muy queridos para Tu corazón.
En Tu infinita sabiduría, los has llamado de nuevo a Ti, arrebatándolos de la vida terrenal para conducirlos a la eternidad. Te rogamos por ellos, Señor, pues han ido a ese lugar donde algún día los volveremos a encontrar. Que Tu infinito amor los acoja y los llene de Tu paz.
Señor, concédeles el descanso eterno,
Y que brille sobre ellos una luz sin fin.
Creemos en Tu promesa de vida eterna y sabemos que la muerte no es el final, sino un pasaje hacia Ti. Ayúdanos a aliviar nuestro dolor con esta esperanza, y danos la fuerza para continuar nuestro camino aquí en la tierra permaneciendo fieles a Tu amor.
Te pedimos, Señor, que perdones sus faltas, borres sus pecados y limpies sus almas de todo lo que pueda separarlas de Ti. Que, por tu gracia, entren en la plenitud de tu reino y gocen de la perfecta comunión contigo y con todos los santos.
Te pedimos por las almas aún en purificación,
Las que esperan en el purgatorio, purificadas por tu justicia y santificadas por tu amor. Ven a su encuentro, Señor, por nuestras oraciones y por Tu gran misericordia. Que encuentren en Ti la paz y la alegría después de este tiempo de prueba. Te ofrecemos nuestro amor y nuestras súplicas para que aceleres su entrada en Tu gloria.
Señor, Tú que estás lleno de compasión,
Te pedimos también por las familias y los seres queridos de los que han partido. Consuela a los que lloran, seca sus lágrimas y llena sus corazones con Tu esperanza. Enséñanos a no temer a la muerte, sino a verla como una puerta que se abre a Tu bondadosa presencia.
Que nuestra fe en la resurrección
nos dé la fuerza para avanzar en este mundo con confianza y serenidad. Que vivamos en comunión con todos los que nos han precedido, esperando el día en que todos nos reuniremos en Tu hogar eterno.
Te encomendamos a los difuntos que no tienen quien ruegue por ellos. Ábreles las puertas de Tu perdón y de Tu amor. Que encuentren en Ti la plenitud de su búsqueda de paz y de luz.
Señor Jesús, Tú que moriste y resucitaste,
Haznos vivir en Tu presencia, y guárdanos siempre en Tu misericordia. Que también nosotros, al final de nuestras propias vidas, nos reunamos contigo y con todos nuestros seres queridos, en Tu gloria eterna.
Te rogamos con confianza, Señor,
Tú que eres la resurrección y la vida,
Tú que prometes a los que creen en Ti que nunca morirán, sino que vivirán para siempre en Tu luz.
Amén.
Esta oración es una invitación a la paz y a la confianza en el amor de Dios por los difuntos, una forma de permanecer unidos a ellos en la fe y en la esperanza de la resurrección.