La Navidad es una fiesta de luz y esperanza. Al celebrar el nacimiento de Jesús, el Príncipe de la Paz, se nos invita a dirigir nuestros corazones a Dios para rezar no sólo por nuestros seres queridos, sino por el mundo entero. En un tiempo marcado por la división, el conflicto y el sufrimiento, esta oración de Navidad es un grito de unidad, una llamada a la verdadera paz que sólo el amor divino puede ofrecer. Que esta oración, llevada por la luz de Belén, ilumine nuestros caminos e ilumine nuestro mundo.
Señor todopoderoso y amoroso,
En esta noche en que celebramos el milagro del nacimiento de tu amado Hijo, Jesucristo, venimos ante ti con el corazón humilde y lleno de esperanza. Tú que enviaste a tu Hijo para ser la luz del mundo, te pedimos que brilles en la oscuridad de nuestras vidas y de nuestro mundo atribulado.
Señor, mira el sufrimiento de tus hijos, esparcidos por los cuatro puntos cardinales. Mira las naciones desgarradas por las guerras, los pueblos abrumados por la violencia y el odio, y los inocentes que pagan el precio de la división. Te suplicamos, Dios misericordioso, que apacigües los conflictos, desarmes los corazones llenos de ira y abras caminos de diálogo y reconciliación. Inspira a los dirigentes del mundo con la sabiduría y el valor necesarios para elegir la paz en lugar de la guerra, para servir a la justicia en lugar de a los propios intereses.
Te encomendamos a las familias desgarradas por los conflictos, a los refugiados obligados a huir de sus hogares y a los niños privados de su inocencia y seguridad. Señor, rodéalos de tu amor y hazles sentir tu presencia reconfortante. Dales la fuerza para perseverar y la fe para creer en un futuro mejor. Que esta noche de Navidad sea para ellos una fuente de esperanza renovada, un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, tu luz nunca falla.
Señor de la paz, transforma nuestros corazones. Enséñanos a ser artesanos de tu amor en nuestra vida cotidiana. Ayúdanos a perdonar a los que nos han herido, a tender la mano a los que sufren y a construir puentes donde hay muros. Enséñanos a amar como tu Hijo nos amó, a servir como él sirvió, y a ver en cada persona, incluso en nuestros enemigos, tu imagen divina.
Te pedimos por toda la tierra, por cada hombre, mujer y niño. Llena sus corazones con tu amor y sus vidas con tu paz. Que esta paz comience en nuestras familias, nuestras comunidades y se extienda a las naciones del mundo. Que la luz de Belén ilumine cada rincón oscuro de esta tierra, disipando las tinieblas del odio, la injusticia y el miedo.
Señor, al contemplar al niño Jesús acostado en el pesebre, te pedimos que renueves en nosotros la fe, la esperanza y el amor. Haznos testigos de tu luz, portadores de tu paz e instrumentos de tu reino. Envía tu Espíritu Santo para que nos guíe y nos fortalezca, a fin de que podamos recorrer el camino que tu Hijo nos ha trazado.
Te ofrecemos esta oración, oh Padre amado, con alegría y gratitud, porque sabemos que siempre escuchas el clamor de tus hijos. En esta noche sagrada, proclamamos con los ángeles: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra al pueblo que ama"
Amén.