El perdón nunca es sencillo. A menudo llega después de heridas, traiciones y malentendidos. Requiere tiempo, valor y, a veces, un verdadero trabajo interior. Pero la Biblia no deja de invitarnos a emprender este camino difícil y liberador. Perdonar no significa olvidar o excusar el mal, sino optar por no dejar que siga aprisionándonos. Y sanar es dejarnos restaurar por Dios, en lo más dañado de nuestro corazón.
Aquí van cinco versículos bíblicos que pueden ayudarnos a avanzar en este camino de perdón y sanación interior.
La Biblia no deja de invitarnos a emprender este difícil y liberador camino.
Seamos llamados a perdonar como Dios perdona - Efesios 4:31-32
"Que desaparezca de entre vosotros todo rencor, animosidad, ira, gritería, maledicencia y toda clase de malicia. Sed amables unos con otros, compasivos, perdonándoos unos a otros, como Dios os perdonó a vosotros en Cristo"
Este versículo nos recuerda que el perdón no se basa en lo que el otro merece, sino en el amor de Dios por nosotros. Él nos perdonó cuando éramos imperfectos. A su vez, nos invita a esta misma actitud de misericordia. No es una carga, sino un camino de liberación del corazón, para nosotros mismos en primer lugar.
Sanar a los quebrantados de corazón - Salmo 147:3
"Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas"
El perdón no se produce de la noche a la mañana, y a menudo la herida es profunda. Este versículo es un consuelo precioso. Dios no nos pide que hagamos todo por nuestra cuenta. Él viene con ternura a sanar lo que se ha roto. Su curación es gradual, íntima y paciente. Podemos confiarle nuestro dolor, nuestras lágrimas, nuestra ira, y dejar que poco a poco restaure nuestros corazones.
No respondas al mal con mal - Romanos 12:17-18
"No devolváis a nadie mal por mal. Buscad lo que es justo delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres"
Este versículo nos invita a salir del círculo de la venganza o el rencor. Aunque el otro no reconozca su falta, aunque la justicia humana parezca ausente, Dios nos llama a la paz. Esto no significa aceptarlo todo, sino optar por no alimentar el odio.
Dejar que Dios nos libere del pasado - Isaías 43:18-19
"No penséis en lo pasado, no consideréis lo antiguo. He aquí que voy a hacer algo nuevo; ya está en ciernes; ¿no os dais cuenta?"
A veces es nuestro propio pasado el que nos aprisiona. Nuestras culpas, o las heridas que nos infligieron otros, nos frenan. Este versículo es una promesa: Dios quiere hacer algo nuevo. Nos invita a mirar hacia adelante, no a permanecer prisioneros de recuerdos dolorosos. Perdonar significa también abrirse a la novedad que Dios prepara en nosotros.
Perdonar sin límite - Mateo 18, 21-22
"Entonces Pedro se acercó a Jesús y le dijo: 'Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano cuando peque contra mí? Jesús le contestó: "No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete""
Este famoso pasaje nos muestra que el perdón no tiene que ser calculado. Jesús nos llama al perdón repetido, constante, incansable. No por debilidad, sino porque es el único camino que nos hace libres. Perdonar una y otra vez no es negar el dolor, es negarse a seguir siendo prisionero del mal que hemos sufrido.
Conclusión
Perdonar y sanar son dos movimientos unidos. Uno no va sin el otro. Son viajes interiores profundos, a veces lentos, pero siempre vivificantes. La Palabra de Dios no nos da recetas, pero nos abre caminos, promesas y llamadas. Estos versículos pueden releerse, rezarse y meditarse en silencio. Poco a poco, nos ayudan a avanzar, a despojarnos de lo que nos pesa, a dejar que Dios haga en nosotros su obra de paz.
La Palabra de Dios no nos da recetas, pero sí nos abre caminos, promesas y llamadas.