O Santo Rostro de Jesucristo, fuente infinita de amor y misericordia, nos dirigimos a ti con confianza y humildad. Que tu rostro sagrado, marcado por el sufrimiento e iluminado por la gloria de la resurrección, sea para nosotros refugio e inspiración.
O dulce Rostro del Salvador, contemplamos en ti la suprema expresión del amor divino. Que nuestros corazones, a menudo atormentados por las pruebas de la vida, encuentren en ti paz y consuelo. Que tus ojos bondadosos sean una luz para nosotros en los momentos de oscuridad, y que tu sonrisa consoladora disipe nuestros temores.
Señor Jesús, a través de tu Santo Rostro, te presentamos nuestras alegrías y tristezas, nuestros éxitos y fracasos. Que tu mirada de ternura acompañe nuestros esfuerzos y guíe nuestros pasos por el camino de la santidad. Que, contemplando tu Rostro glorioso, nos transformemos a tu imagen y seamos testigos de tu amor en el mundo.
Santo Rostro del Redentor, te encomendamos a nuestras familias, a nuestros amigos y a todos los necesitados. Que tu poderosa intercesión obtenga la gracia de la conversión para los que están lejos de ti, y la curación para los que sufren en su carne y en su espíritu.
Oh Jesús, dulce Redentor, que la contemplación de tu Santo Rostro reavive en nosotros el ardiente deseo de conocerte más. Que cada mirada tuya sea una oración silenciosa, una adoración profunda y un compromiso renovado de seguirte con fidelidad.
O Santo Rostro de Jesús, te alabamos, te adoramos y te suplicamos que ilumines nuestras vidas con tu presencia amorosa. Que tu amor inconmensurable sea la brújula que guíe nuestras opciones y la fuerza que sostenga nuestro caminar diario hacia la santidad. Amén.