San Juan José de la Cruz, también conocido como Giuseppe Maria Desa, fue una figura destacada de la Orden de los Carmelitas Descalzos y de la espiritualidad cristiana del siglo XVIII. Nacido en 1654 en Ischia, una isla frente a la costa de Nápoles, abrazó la vida religiosa a una edad muy temprana, ingresando en el noviciado de los Carmelitas Descalzos de Nápoles a los quince años.
San Juan José de la Cruz es también conocido como Giuseppe Maria Desa.
Desde el principio de su vida religiosa, Juan José destacó por su piedad, celo apostólico y devoción a la Cruz de Cristo. Fue ordenado sacerdote en 1675 y dedicó su vida a la oración, la penitencia y el servicio a los más necesitados. Su profundo compromiso con la caridad le valió el sobrenombre de "Padre de los Pobres".
Sin embargo, lo que más distinguió a Juan José fue su ferviente apego a la Cruz como instrumento de salvación y redención. Desarrolló una intensa devoción a la Pasión de Cristo y pasaba largas horas en meditación ante el Crucifijo. Su vida estuvo marcada por profundas experiencias místicas, durante las cuales sintió la presencia viva de Jesús crucificado.
En 1703, Juan José fue elegido superior de su convento de Nápoles, donde ejerció un liderazgo ejemplar, guiando a sus hermanos en la vida espiritual y en el servicio de las almas. Fomentó la práctica de la oración contemplativa y la mortificación voluntaria como medios para acercarse a Dios y progresar en la santidad.
Su fama de santidad atrajo a muchos fieles en busca de guía espiritual y consuelo. Juan José es conocido por su sabiduría, dulzura y disposición para escuchar y consolar a quienes acuden a él en sus penas y dificultades.
Además de su compromiso pastoral, Juan José escribió varias obras espirituales que reflejan su profunda comprensión de la Cruz de Cristo y de la vida interior. Sus escritos, impregnados de sencillez y profundidad, siguen inspirando a los buscadores de Dios a lo largo de los siglos.
Jean-Joseph de la Croix murió en paz en 1734, dejando tras de sí un legado espiritual duradero. Canonizado por el Papa Benedicto XVI en 2009, es venerado como santo en la Iglesia católica. Su vida y sus enseñanzas recuerdan a los fieles la importancia de meditar en la Cruz de Cristo como fuente de salvación, consuelo y fortaleza en las pruebas de la vida.
El Papa Benedicto XVI lo canonizó en 2009.