Los santos Como y Damián, hermanos gemelos de Arabia, son famosos en la tradición cristiana como sanadores milagrosos y mártires de la fe. Su historia, que se ha extendido a lo largo de los siglos, está profundamente enraizada en la tradición de los primeros mártires cristianos, encarnando tanto la fe cristiana como la dedicación a la medicina. Célebres por su caridad y su negativa a recibir remuneración por sus servicios médicos, a menudo se les conoce como los "anargyres", término griego que significa "sin dinero".
Los "anargyres" son los primeros mártires cristianos.
Orígenes y vida en Arabia
Los detalles históricos de sus vidas son difíciles de precisar, en gran parte porque muchos aspectos de su historia se basan en relatos hagiográficos (narraciones sagradas) más que en documentos históricos. Sin embargo, según la tradición, Como y Damián nacieron en el siglo III en Arabia, en el seno de una piadosa familia cristiana. Se dice que desde su infancia mostraron interés por la medicina y una profunda compasión por los enfermos.
Los dos hermanos, que probablemente habían estudiado medicina en escuelas del Imperio Romano, que en aquella época ofrecía una formación médica bastante avanzada, utilizaron sus conocimientos no sólo para curar dolencias físicas, sino también para atraer a la gente a la fe cristiana. Para ellos, la medicina era una forma de expresar su fe, de mostrar el amor de Dios a través de sus acciones.
El ministerio médico y espiritual
Comeo y Damián son conocidos sobre todo por su práctica de la medicina, que ofrecían gratuitamente a cualquiera que la necesitara, rico o pobre. Su fama de curanderos se extendió rápidamente por toda la región, y la gente acudía de todas partes para recibir tratamiento. Su medicina no era sólo física, sino también espiritual. A menudo rezaban por sus pacientes y atribuían sus curaciones a la intervención divina más que a sus habilidades médicas.
Según la tradición cristiana, los dos hermanos curaban enfermedades que la medicina de la época no podía tratar, lo que reforzaba la idea de que estaban dotados de un don especial. Se les atribuye la realización de milagros, la curación de enfermos mediante la oración o la imposición de manos, e incluso la resurrección de muertos. Uno de los relatos más famosos narra la curación de una mujer gravemente enferma que, tras pedir su intercesión, se curó milagrosamente. Su compromiso con la fe cristiana y su negativa a recibir ningún pago por sus servicios eran también expresiones de su devoción a Dios. Consideraban a cada paciente como una imagen de Cristo sufriente, y tratarlos sin esperar nada a cambio se convertía en un acto de caridad y fe.
Persecución y martirio
En aquella época, el Imperio Romano seguía siendo mayoritariamente pagano, y las persecuciones contra los cristianos eran frecuentes, sobre todo bajo los reinados de los emperadores Diocleciano y Maximiano. Como y Damián vivían en una región que, aunque parcialmente cristianizada, seguía bajo el control de gobernadores romanos paganos. Su creciente popularidad, tanto como médicos como influyentes figuras cristianas, atrajo la atención de las autoridades romanas.
Los dos hermanos fueron arrestados por orden del gobernador Lisias, que veía su influencia y su negativa a participar en cultos paganos como una amenaza para el orden público y la autoridad romana. Lisias les pidió que renunciaran a su fe cristiana y ofrecieran sacrificios a los dioses romanos, a lo que se negaron rotundamente. Su respuesta, marcada por la fe y la valentía, fue que no podían traicionar a su Dios, ni siquiera a costa de sus vidas.
Comeo y Damián fueron sometidos a diversas torturas para intentar que se retractaran de su fe. Según los relatos hagiográficos, fueron golpeados, colgados de una cruz, apedreados e incluso atados a postes para ser quemados vivos. Sin embargo, milagrosamente, sobrevivieron a todos estos atentados contra su vida, lo que reforzó aún más la fe de los cristianos locales y su devoción por los dos hermanos.
Finalmente, Como y Damián fueron decapitados, completando así su martirio. Su martirio tuvo lugar hacia el año 287, durante el reinado de Diocleciano, en la ciudad de Ciro, en Siria.
Veneración e influencia póstuma
Tras su muerte, las reliquias de los santos Como y Damián se convirtieron rápidamente en objeto de veneración. Los milagros atribuidos a su intercesión se multiplicaron y su culto se extendió rápidamente por todo el Imperio Romano, especialmente en Oriente e Italia. Su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación para los cristianos, y se registraron numerosas curaciones milagrosas por parte de quienes rezaban por su intercesión.
Los dos hermanos fueron canonizados muy poco después de su muerte, y su culto se incluyó en la liturgia de la Iglesia cristiana. El emperador Justiniano, en el siglo VI, hizo construir una basílica en su honor en Constantinopla, tras curarse milagrosamente de una grave enfermedad gracias a su intercesión. Su culto se extendió pronto a Roma, donde se construyó otra basílica en su honor, la Basílica de los Santos Como y Damián, que aún hoy se conserva en el Foro Romano.
Los Santos Como y Damián se han convertido en los patronos de médicos, farmacéuticos, cirujanos y de todas las profesiones médicas. Su fiesta se celebra el 26 de septiembre en el calendario litúrgico occidental y el 1 de noviembre en la Iglesia ortodoxa. Como "santos anárquicos", son también ejemplos de caridad y entrega desinteresada a los demás.
Leyendas y milagros
Muchas historias milagrosas rodean la vida de los santos Como y Damián, incluso después de su muerte. Una de las más famosas cuenta cómo, durante una milagrosa operación póstuma, un hombre, gravemente herido en una pierna, rogó a los dos santos que le curasen. Soñó que Como y Damián se le aparecían en sueños, sustituyendo su pierna herida por la de un hombre negro que acababa de ser enterrado en un cementerio cercano. Cuando despertó, se dio cuenta de que su pierna había sido curada, y este milagro se convirtió en una de las muchas historias atribuidas a la intercesión de los dos hermanos.
Estas historias ayudaron a reforzar su reputación como sanadores milagrosos, y su leyenda se ha perpetuado en el arte cristiano y la literatura religiosa a lo largo de los siglos. A menudo se les representa en la iconografía cristiana con instrumentos médicos, como escalpelos o botiquines, o curando a los enfermos.
Conclusión
Los santos Como y Damián son mucho más que meras figuras religiosas: encarnan un modelo de servicio y dedicación a los demás, una vida enteramente dedicada a curar el cuerpo y el alma. Su ejemplo sigue siendo un símbolo de abnegación, fe inquebrantable y valor ante la adversidad. Sus vidas y su martirio inspiran no sólo a los profesionales de la sanidad, sino a todos aquellos que buscan vivir una vida de compasión, caridad y servicio desinteresado a los demás.