O Divino Creador, en este sagrado momento en que el cielo toca la tierra, en que lo infinito se hace carne, nos reunimos en humildad y adoración para celebrar el milagroso nacimiento de tu amado Hijo, Jesucristo.

En la apacible noche de Belén, una estrella brillante guió a los magos y a los sencillos pastores hasta el humilde establo donde yacía en un pesebre el Niño Jesús. Volvemos nuestro corazón a esta estrella eterna, símbolo de la luz divina, y nos postramos con gratitud y amor al contemplar el misterio de este nacimiento extraordinario.

Señor, que esta estrella siga brillando en nuestras vidas, disipando las tinieblas de la ignorancia y el extravío, iluminando nuestro camino hacia la verdad, la paz y el amor. Que, como los Magos, seamos guiados por la sabiduría celestial para reconocer la presencia de Tu Hijo en nuestra vida cotidiana.

Te damos gracias, Padre celestial, por el don inestimable de Jesús, el Redentor del mundo. En este día bendito, adoramos al Niño que vino a mostrarnos el camino de la redención y de la vida eterna. Que nuestra adoración sea una dulce fragancia, una ofrenda de alabanza y gratitud por tu infinito amor manifestado en el don de tu Hijo amado.

Te pedimos que el nacimiento de Jesús renueve en nosotros el espíritu navideño de amor desinteresado, perdón generoso y compasión por nuestros semejantes. Que nuestros corazones sean cunas acogedoras, dispuestas a recibir la presencia de Jesús, y que nuestras vidas reflejen la luz de su gracia.

Bendito sea el Recién Nacido, Emmanuel, Dios con nosotros. Que su paz reine en la tierra y que su amor transforme nuestras vidas. Que este tiempo de Navidad sea un tiempo de profunda reflexión sobre el significado de Tu gracia encarnada y un recordatorio constante del amor divino que ha tomado forma humana.

En el nombre de Jesús, nuestro Salvador, oramos. Amén.