Señor todopoderoso, Padre celestial, nos dirigimos hoy a ti con corazón agradecido por el don de santa Catalina Labouré, tu fiel sierva. Te damos gracias por la vida ejemplar de esta humilde monja, que respondió con fe a tu llamada y desempeñó un papel esencial en la difusión de la devoción a la Medalla Milagrosa.
Santa Catalina Labouré, tu fiel sierva.
Santa Catalina, tú que fuiste elegida por la misma Virgen María, te pedimos que nos guíes por el camino de la fe, la humildad y el servicio desinteresado. Como tú, enséñanos a reconocer la presencia de la Santísima Virgen en nuestras vidas, a escuchar atentamente sus palabras y a responder con corazón obediente.
OH Santa Catalina, modelo de caridad y compasión, intercede por nosotros ante nuestro Padre celestial. Inspíranos a seguir tu ejemplo dedicando nuestra vida al servicio de los más necesitados, a ser instrumentos de paz y consuelo para los que sufren. Ayúdanos a ver a Cristo en cada persona que encontramos, a ser testigos de su amor y de su misericordia.
Santa Catalina, tú que fuiste la mensajera de la Medalla Milagrosa, te pedimos que veles por todos los que la llevan con fe y confianza. Que la gracia de esta medalla se difunda abundantemente en nuestras vidas, trayendo consuelo, curación y protección. Que todos los que se dirijan a ti, Santa Catalina, se sientan envueltos en la ternura maternal de la Virgen María.
O Santa Catalina Labouré, que viviste una vida oculta y humilde, enséñanos el valor de la sencillez y de la obediencia a la voluntad de Dios. Que tu ejemplo nos anime a perseverar en la fe, incluso en medio de las pruebas, y a seguir con confianza el camino que el Señor nos traza.
Te confiamos, santa Catalina, nuestras intenciones particulares y te pedimos que intercedas por nosotros ante Dios. Concédenos la gracia de una fe inquebrantable, de una caridad ardiente y de una esperanza que supere todas las dificultades. Que, por tu intercesión, crezcamos en el amor a Dios y al prójimo.
En el nombre de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.