San Rafael, Arcángel de Dios, tú que eres conocido como el Sanador de Dios y protector de los viajeros, nos dirigimos a ti con confianza y devoción.
Tú que guiaste a Tobías en su viaje y le protegiste de los peligros del camino, sé nuestro guía y protector en nuestros propios viajes por la vida.
Tú que llevas la curación y el consuelo a los enfermos y a los que sufren, extiende tu mano bondadosa sobre nosotros y concédenos la curación física, mental y espiritual que necesitamos.
Tú que eres el guardián de las almas y el mensajero de Dios, ayúdanos a escuchar la voz de Dios en nuestros corazones y a seguir con determinación el camino de la santidad y la virtud.
San Rafael, te confiamos nuestras intenciones, nuestras alegrías y nuestras penas. Intercede por nosotros ante Dios, nuestro Padre celestial, y alcánzanos las gracias y bendiciones que necesitamos.
Que tu presencia amorosa y protectora nos guíe y sostenga en todos nuestros esfuerzos y nos ayude a crecer en la fe, la esperanza y la caridad.
Te damos gracias, san Rafael, por tu intercesión y por las gracias que recibimos con tu ayuda. Que tu amor y protección nos sigan rodeando todos los días de nuestra vida.
Amén.