San Mateo, también conocido como Leví, fue uno de los doce apóstoles elegidos por Jesús para seguirle y difundir sus enseñanzas. Antes de responder a la llamada de Cristo, Mateo trabajó como recaudador de impuestos, una profesión a menudo despreciada en la época por su asociación con la explotación y la corrupción.
Trabajar como recaudador de impuestos.
La vocación de Mateo se relata en el Evangelio según San Mateo: "Al pasar Jesús, vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos. Le dijo: 'Sígueme'. El hombre se levantó y le siguió". (Mateo 9:9). Esta sencilla llamada de Jesús provocó una profunda transformación en la vida de Mateo, que pasó de una vida centrada en la riqueza material a un compromiso radical con el Reino de Dios.
Al convertirse en discípulo de Cristo, Mateo dejó atrás su antigua vida para abrazar una nueva misión: ser testigo de la Buena Nueva y de la misericordia de Dios. Siguió devotamente a Jesús, aprendiendo de sus enseñanzas, participando en sus milagros y compartiendo su ministerio itinerante.
Después de la resurrección de Jesús, Mateo desempeñó un papel activo en la difusión del Evangelio. Según la tradición, evangelizó en Judea y quizá incluso en Etiopía, antes de morir mártir por su fe. Aunque los detalles de su muerte no están claros, su devoción y sacrificio dan testimonio de su inquebrantable compromiso con Cristo.
San Mateo es también el autor del Evangelio que lleva su nombre, un rico texto que presenta a Jesús como el Mesías esperado, Rey de reyes y Salvador universal. Su Evangelio se centra en el amor de Dios, la misericordia, la justicia y la llamada a la conversión, reflejando su propia experiencia de conversión y su profunda comprensión de la gracia divina.
En conclusión, la vida de san Mateo nos recuerda el poder transformador de la llamada de Cristo y la posibilidad de la conversión profunda que puede surgir cuando respondemos con fe. Su vida es un testimonio de la infinita misericordia de Dios y de la capacidad de toda persona, sea cual sea su origen, para convertirse en discípulo fiel e instrumento del amor divino en el mundo.
La vida de san Mateo nos recuerda el poder transformador de la llamada de Cristo y la posibilidad de una conversión profunda que puede surgir cuando respondemos con fe.