Nacida el 26 de agosto de 1910 en Skopje, actual capital de Macedonia del Norte, la Madre Teresa, cuyo verdadero nombre era Agnes Gonxha Bojaxhiu, dedicó su vida a servir a los más pobres entre los pobres. Se ha convertido en una de las figuras más emblemáticas del siglo XX, reconocida en todo el mundo por su dedicación y amor incondicional a los más necesitados.
Desde muy joven, Agnès sintió una vocación religiosa y decidió consagrar su vida a Dios. A los 18 años, ingresa en las Hermanas de Nuestra Señora de Lorette, en Dublín (Irlanda), y toma el nombre de Sor Marie-Thérèse. Unos meses más tarde, la enviaron a la India, donde enseñó en una escuela femenina de Calcuta.
En 1946, durante un viaje en tren, la Madre Teresa recibió lo que ella describió como una "llamada dentro de otra llamada". Sintió la profunda convicción de abandonar el convento y dedicarse por entero a servir a los pobres de las calles de Calcuta. Con el permiso de la Iglesia, fundó una nueva congregación, las Misioneras de la Caridad, dedicada a ayudar a "los más pobres entre los pobres".
Las Misioneras de la Caridad empezaron modestamente, con la Madre Teresa y unos pocos voluntarios que llevaban atención médica, comida y amor a los abandonados y moribundos de las calles de Calcuta. A pesar de los retos y obstáculos, la congregación creció rápidamente, expandiéndose por toda la India y por muchos países de todo el mundo.
La Madre Teresa era conocida por su humildad, sencillez y amor incondicional hacia todas las personas que conocía, independientemente de su condición o procedencia. Veía el rostro de Cristo en cada persona y creía firmemente que cada individuo merecía dignidad, respeto y amor.
A lo largo de los años, la Madre Teresa recibió muchos honores y reconocimientos internacionales por su labor humanitaria, incluido el Premio Nobel de la Paz en 1979. Sin embargo, siempre insistió en que su verdadero honor residía en el servicio diario a los más pobres entre los pobres y en compartir con ellos el amor de Dios.
La Madre Teresa murió el 5 de septiembre de 1997, dejando tras de sí un legado perdurable de compasión, dedicación y fe inquebrantable. Sigue inspirando a millones de personas de todo el mundo para que sigan su ejemplo y dediquen sus vidas a servir a los más necesitados, dando testimonio del inconmensurable amor de Dios por cada persona.
La Madre Teresa murió el 5 de septiembre de 1997, dejando tras de sí un legado perdurable de compasión, dedicación y fe inquebrantable.