El Primer Misterio Luminoso del Rosario, titulado "El Bautismo de Jesús en el Jordán", marca el inicio de la vida pública de Jesús y reviste especial importancia en la tradición cristiana. Este acontecimiento se relata en los Evangelios según Mateo (3,13-17), Marcos (1,9-11) y Lucas (3,21-22), y revela la naturaleza divina de Jesús, así como su misión salvadora.

El Primer Misterio Luminoso del Rosario, titulado "El Bautismo de Jesús en el Jordán", marca el inicio de la vida pública de Jesús y reviste especial importancia en la tradición cristiana.

Jesús, de unos treinta años, fue de Nazaret al Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista. Juan, conocido por su llamada al arrepentimiento y al bautismo para el perdón de los pecados, estaba predicando en el desierto, preparando el camino para el Señor. Cuando vio que Jesús se acercaba a él, Juan se sorprendió y dudó, diciendo: "Yo soy el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú eres el que viene a mí?". Pero Jesús le contestó: "Déjalo por ahora, pues conviene que cumplamos así toda justicia"

Al aceptar el bautismo de Juan, Jesús se solidariza con la humanidad pecadora, a pesar de estar libre de pecado. Este gesto de humildad y obediencia muestra su voluntad de seguir plenamente el plan divino para la salvación de la humanidad. En cuanto Jesús salió del agua, se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y venir sobre él. Y una voz del cielo dijo: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia"

Este acontecimiento tiene un gran significado teológico. La manifestación de la Trinidad se revela plenamente: el Hijo es bautizado, el Espíritu Santo desciende en forma de paloma y se oye la voz del Padre. Es una proclamación de la identidad divina de Jesús y de su misión redentora. El Bautismo en el Jordán es también precursor del sacramento cristiano del bautismo, por el que los creyentes quedan limpios de pecado y reciben el Espíritu Santo.

El Bautismo de Jesús en el Jordán nos invita a meditar sobre varios aspectos esenciales de la fe cristiana. En primer lugar, pone de relieve la importancia de la humildad y la obediencia a la voluntad de Dios. Jesús, siendo el Hijo de Dios, se humilla al ser bautizado por Juan, un acto que muestra su compromiso con el plan divino.

En segundo lugar, este misterio nos recuerda la presencia y la acción de la Trinidad en nuestras vidas. El bautismo cristiano es una inmersión en la vida trinitaria, en la que estamos llamados a vivir en comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Al meditar sobre este misterio, se anima a los creyentes a renovar su propio compromiso bautismal, a vivir según las enseñanzas de Jesús y a dejarse guiar por el Espíritu Santo.

Por último, este acontecimiento es una llamada a la conversión y a la purificación. Al igual que Juan el Bautista predicaba el arrepentimiento, los fieles son invitados a examinar sus vidas, arrepentirse de sus pecados y buscar la transformación por la gracia de Dios.

Al contemplar este misterio luminoso, se anima a los cristianos a profundizar en su comprensión de la identidad y la misión de Jesús, a renovar su compromiso de seguir sus pasos y a vivir plenamente su vocación bautismal en el amor y el servicio a Dios y a los demás.

Por último, este acontecimiento es una llamada a la conversión y a la purificación.