O mi dulce y fiel Ángel de la Guarda,

Celestial criatura enviada por Dios para velar por mi alma y mi camino,

Te doy gracias por tu constante protección,

Por tu amor silencioso que me rodea cada día.

Tú que eres reflejo de la luz divina,

Tú que no te cansas de acompañarme,

Me guías en los momentos de duda,

Me iluminas cuando estoy perdido,

Y me ofreces paz en los tormentos de la vida.

Ángel de luz, espíritu puro de ternura y misericordia,

Te confío hoy mi corazón, mis pensamientos, mis palabras y mis obras.

Consérvalos siempre vueltos hacia el bien,

Guía mis pasos por el camino de la justicia y de la verdad,

Para que cada día me acerque más a Dios,

A su amor infinito, y a su voluntad perfecta.

Oh Tú que me cuidas desde que nací,

Y que estás conmigo hasta mi último aliento,

Inspírame paciencia en las pruebas,

Fuerza en las tentaciones,

Alegría en los momentos de duda,

Y esperanza ante el dolor.

Ángel protector, tú que ves las trampas que yo no veo,

Protégeme de todo mal, de todo peligro,

Sea visible o invisible,

Y aparta de mí las fuerzas que me alejarían de la paz de Dios.

Te confío a mis seres queridos,

A los que amo y a los que me cuesta amar.

Intercede por ellos ante el Señor,

Para que también ellos reciban la gracia de su protección y de su amor.

O querido Ángel de la Guarda, modelo de pureza y fidelidad,

Ayúdame a imitar tus virtudes,

A permanecer humilde en el éxito,

Paciente en la dificultad,

Y confiado en el amor de Dios,

Aun cuando todo parezca sombrío.

En cada momento de mi vida, que pueda sentir tu presencia,

Esta dulce compañía invisible,

Susurrando a mi oído los caminos de la paz y la serenidad.

Quédate cerca de mí, querido Ángel de la Guarda,

Y nunca dejes que me aleje de Dios.

Dame la gracia de escuchar siempre tu voz,

De entregarme con confianza a tu sabiduría,

Y de aceptar con amor la voluntad de Dios,

Pues sé que me conduces, en todo momento,

Hacia la luz eterna y la alegría infinita del Reino de los Cielos.

Amén.