Oh Santa Lucía, luz radiante y testigo intrépido de la fe, nos dirigimos a ti en este momento de oración, reconociendo la claridad de tu vida y la luz que emana de tu fe inquebrantable. Tú, que elegiste el camino de la virginidad consagrada y preferiste la luz de la verdad a las tinieblas de la apostasía, intercede por nosotros ante el Señor.

Santa Lucía, estrella resplandeciente del cielo, guíanos por el camino de la fe, la pureza y la perseverancia. Que la luz de tu fe ilumine nuestros corazones y disipe la oscuridad de la incertidumbre que a veces oscurece nuestro camino. Ayúdanos a mantenernos firmes en la verdad de Cristo, incluso ante los desafíos y persecuciones de este mundo.

Tú que preferiste sufrir el martirio antes que renegar de tu amor a Jesucristo, enséñanos valor y fortaleza en nuestro propio camino de fe. Que, como tú, permanezcamos fieles a nuestro Señor, incluso cuando las presiones del mundo nos inviten a abandonar nuestras convicciones.

Santa Lucía, protectora de los ojos y sanadora de las dolencias oculares, concédenos la gracia de ver la belleza de Dios en todas las cosas. Permite que nuestros ojos sean iluminados por el esplendor de Su presencia, y guíanos por el camino de la santidad.

En los momentos de oscuridad, cuando las pruebas parezcan insuperables, sé nuestra estrella de la mañana, anunciando el amanecer de una nueva esperanza. Que tu luz reconfortante disipe nuestros temores y nos recuerde que, incluso en medio de la adversidad, Dios está con nosotros.

Santa Lucía, modelo de caridad y servicio a los demás, inspíranos a ser luces en el mundo, llevando el calor del amor de Dios a quienes más lo necesitan. Que nuestras vidas sean linternas encendidas, dando testimonio de la gracia y la misericordia de nuestro Señor.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, te rogamos, Santa Lucía, que ruegues por nosotros y nos apoyes en nuestro camino espiritual. Amén.