Señor todopoderoso, en tu infinita misericordia, invocamos tu sagrado nombre para que nos protejas y liberes de los ataques del demonio. En medio de la oscuridad de este mundo, buscamos refugio en ti, fuente de luz y verdad.
Reconocemos, oh Dios, que el diablo merodea como un león rugiente, buscando devorar nuestras almas. Pero creemos en tu poder supremo, que es mayor que todas las fuerzas de las tinieblas juntas. Fortalécenos, Señor, para que nos mantengamos firmes contra sus asaltos y repelamos sus ataques con la fuerza de tu gracia.
En el nombre de Jesucristo, tu Hijo amado, rechazamos toda autoridad e influencia del maligno sobre nuestras vidas. Que la preciosa sangre derramada por Jesús en la cruz sea nuestro escudo y baluarte contra las maquinaciones del mal. Que su gloriosa resurrección sea nuestra victoria sobre el pecado y la muerte.
San Miguel Arcángel, defensor celestial, te suplicamos que intervengas en nuestro favor en la batalla espiritual contra los poderes de las tinieblas. Que tu espada flamígera expulse a los demonios y purifique nuestro espacio de toda presencia maligna. Protégenos bajo tus poderosas alas y guíanos por el camino de la santidad.
Santa María, Madre de Dios, nuestra tierna y compasiva intercesora, te confiamos nuestras almas y nuestras oraciones. Envuélvenos en tu manto inmaculado y condúcenos a tu Hijo amado, Jesús, que es nuestra única salvación.
Espíritu Santo, soplo divino que renuevas toda la creación, ven y enciende nuestros corazones con tu fuego celestial. Líbranos de todo temor y duda, y concédenos la fuerza para afrontar con valentía los asaltos del mal.
Que la comunión de los santos, con todos los ángeles y los bienaventurados, nos sostenga en nuestra lucha contra las fuerzas de las tinieblas. Que nuestra fe sea inquebrantable, nuestra esperanza inagotable y nuestra caridad ardiente, para que vivamos en la paz y la alegría de tu reino por toda la eternidad. Amén.